UNIDAD 3 TAREA 4
DÉCADA DE LA
EDUCACIÓN PARA
LA SOSTENIBILIDAD
TEMAS DE ACCIÓN CLAVE
1. La
sostenibilidad como revolución cultural,
tecnocientífica y política
porque los problemas son planetarios: no
tiene sentido aspirar a una ciudad o un país sostenibles
(aunque sí lo tiene trabajar para que un
país, una ciudad, una acción individual, contribuyan a la sostenibilidad). Esto
es algo que no debe escamotearse con referencias a algún texto sagrado más o
menos críptico o a comportamientos de pueblos muy aislados para quienes el
mundo consistía en el escaso espacio que habitaban. Una idea reciente que
avanza con mucha dificultad, porque los signos de degradación han sido hasta
recientemente poco visibles y porque en ciertas partes del mundo los seres
humanos hemos visto mejorados notablemente nuestro nivel y calidad de vida en
muy pocas décadas. La supeditación de la naturaleza a las necesidades y deseos
de los seres humanos ha sido vista siempre como signo distintivo de sociedades
avanzadas, explica Mayor Zaragoza (2000) en Un mundo nuevo. Ni siquiera se
planteaba como supeditación: la naturaleza era prácticamente ilimitada y se
podía centrar la atención en nuestras necesidades sin preocuparse por las
consecuencias ambientales y para nuestro propio futuro. El problema ni siquiera
se planteaba. Después han venido las señales de alarma de los científicos, los
estudios internacionales… pero todo eso no ha calado en la población, ni
siquiera en los responsables políticos, en los educadores, en quienes
planifican y dirigen el desarrollo industrial o la producción agrícola.
2.
Educación para la sostenibilidad
La educación para un futuro sostenible
habría de apoyarse, cabe pensar, en lo que puede resultar razonable para la
mayoría, sean sus planteamientos éticos más o menos antropocéntricos o
biocéntricos. Dicho con otras palabras: no conviene buscar otra línea de
demarcación que la que separa a quienes tienen o no una correcta percepción de
los problemas y una buena disposición para contribuir a la necesaria toma de
decisiones para su solución. Basta con ello para comprender que, por ejemplo,
una adecuada educación ambiental para el desarrollo sostenible es incompatible
con una publicidad agresiva que estimula un consumo poco inteligente; es
incompatible con explicaciones simplistas y maniqueas de las dificultades como
debidas siempre a “enemigos exteriores”; es incompatible, en particular, con el
impulso de la competitividad, entendida como contienda 2. Educación para la
sostenibilidad para lograr algo contra otros que persiguen el mismo fin y cuyo
futuro, en el mejor de los casos, no es tenido en cuenta, lo cual resulta
claramente contradictorio con las características de un desarrollo sostenible,
que ha de ser necesariamente global y abarcar la totalidad de nuestro pequeño
planeta. Frente a todo ello se precisa una educación que ayude a contemplar los
problemas ambientales y del desarrollo en su globalidad (Tilbury, 1995; Luque,
1999; Duarte, 2006), teniendo en cuenta las repercusiones a corto, medio y
largo plazo, tanto para una colectividad dada como para el conjunto de la
humanidad y nuestro planeta (Novo, 2006a); a comprender que no es sostenible un
éxito que exija el fracaso de otros; a transformar, en definitiva, la
interdependencia planetaria y la mundialización en un proyecto plural,
democrático y solidario (Delors, 1996). Un proyecto que oriente la actividad
personal y colectiva en una perspectiva sostenible, que respete y potencie la
riqueza que representa tanto la diversidad biológica como la cultural y
favorezca su disfrute (Ver Biodiversidad y Diversidad cultural). Merece la pena
detenerse en especificar los cambios de actitudes y comportamientos que la
educación debería promover: ¿Qué es lo que cada uno de nosotros puede hacer
“para salvar la Tierra”? Las llamadas a la responsabilidad individual se
multiplican, incluyendo pormenorizadas relaciones de posibles acciones
concretas en los más diversos campos que podemos agrupar en: Consumo
responsable (ecológico o sostenible), presidido por las “3 R” (reducir,
reutilizar y reciclar), que puede afectar desde la alimentación (reducir, por
ejemplo, la ingesta de carne) al transporte (promover el uso de la bicicleta y
del transporte público como formas de movilidad sostenible), pasando por la
limpieza (evitar sustancias contaminantes), la calefacción e iluminación
(sustituir las bombillas incandescentes por las de bajo consumo) o la
planificación familiar, etc., etc. (Button y Friends of the Earth, 1990; Silver
y Vallely, 1998; García Rodeja, 1999; Vilches y Gil, 2003). Particular
importancia está adquiriendo la idea de compensar los efectos de aquellas
acciones que contribuyan a la degradación y no podamos evitar, como, por
ejemplo, determinados viajes en avión (Bovet et al., 2008, pp 22-23).
3.
Crecimiento económico y sostenibilidad
Sabemos, sin embargo, que mientras los
indicadores económicos como la producción o la inversión han sido, durante
años, sistemáticamente positivos, los indicadores ambientales resultaban cada
vez más negativos, mostrando una contaminación sin fronteras y un cambio
climático que degradan los ecosistemas y amenazan la biodiversidad y la propia
supervivencia de la especie humana. Y pronto estudios como los de Meadows sobre
“Los límites del crecimiento” (Meadows et al., 1972; Meadows, Meadows y Randers,
1992; Meadows, Randers y Meadows, 2006) establecieron la estrecha vinculación
entre ambos indicadores, lo que cuestiona la posibilidad de un crecimiento
sostenido. El concepto de huella ecológica, que se define como el área de
territorio ecológicamente productivo necesaria para producir los recursos
utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población dada
(Novo, 2006) permite cuantificar aproximadamente estos límites. En efecto, se
estima que en la actualidad la huella ecológica media por habitante es de 2,8
hectáreas, lo que multiplicado por los más de 6000 millones de habitantes
supera con mucho (incluyendo los ecosistemas marinos) la superficie
ecológicamente productiva o biocapacidad de la Tierra, que apenas alcanza a ser
de 1.7 hectáreas por habitante. Puede afirmarse, pues, que, a nivel global,
estamos consumiendo más recursos y generando más residuos de los que el planeta
puede generar y admitir. El déficit ecológico viene a indicar esta diferencia
entre huella ecológica y biocapacidad. La fecundidad de estos conceptos para
cuantificar los problemas del planeta ha llevado a 27 Crecimiento económico y
sostenibilidad
4.
Crecimiento demográfico y sostenibilidad DOCUMENTOS DE TRABAJO
Década de la educación para la
sostenibilidad. Temas de Acción Clave 32 Crecimiento demográfico y
sostenibilidad por medio de un descenso de las tasas de natalidad, o
trágicamente, a través de un aumento de las tasas de mortalidad». Y añaden: «El
problema demográfico es el problema más grave al que se enfrenta la humanidad,
dada la enorme diferencia de tiempo que transcurre entre el inicio de un
programa adecuado y el comienzo del descenso de la población». Y aunque se
puede discrepar de que constituya «el problema más grave», sí cabe reconocer
que «se superponen los dos factores que están asociados de forma permanente e
indisoluble al impacto de la humanidad sobre el ambiente: de un lado, el
derroche de los más ricos, y de otro, el enorme tamaño de la población mundial»
(Delibes y Delibes, 2005). Se trata de «bombas de relojería con mechas de menos
de 50 años» (Diamond, 2006). El reto definitorio del siglo XXI será afrontar la
realidad de que la humanidad comparte un destino común en un planeta superpoblado
(Sachs, 2008, p. 17). Ehrlich y Ehrlich (1994) también llaman la atención sobre
el hecho de que «la superpoblación de los países ricos, desde el punto de vista
de la habitabilidad de la Tierra, es una amenaza más seria que el rápido
crecimiento demográfico de los países pobres». Es por ello que conviene
distinguir entre superpoblación y crecimiento demográfico. En África el
crecimiento demográfico es hoy muy superior al de Europa, pero Europa está
mucho más poblada que África, es Europa la que está superpoblada. Es el mundo
rico, ya superpoblado, el que tiene un consumo per cápita muy superior al de
los africanos y el que más contribuye, por tanto, al agotamiento de los
recursos, a la lluvia ácida, al calentamiento del globo, a la crisis de los
residuos, etc
5.
Tecnociencia para la sostenibilidad.
A estos criterios, fundamentalmente
técnicos, es preciso añadir otros de naturaleza ética (Vilches y Gil-Pérez,
2003) como son: • Dar prioridad a tecnologías orientadas a la satisfacción de
necesidades básicas y que contribuyan a la reducción de las desigualdades,
como, por ejemplo: – Fuentes de energía limpia (solar, geotérmica, eólica,
fotovoltaica, mini-hidráulica, mareas… sin olvidar que la energía más limpia es
la que no se utiliza) y generación distribuida o descentralizada, que evite la
dependencia tecnológica que conlleva la construcción de las grandes plantas. –
Incremento de la eficiencia para el ahorro energético (uso de bombillas
fluorescentes de bajo consumo o, mejor, diodos emisores de luz LED; cogeneración,
que supone la obtención simultánea de energía eléctrica y energía térmica útil,
aprovechando para calefacción u otros usos el calor que habitualmente se
disipa…). Todo ello en un escenario “negavatios” que rompa el hasta aquí
irrefrenable crecimiento en el uso de energía. y haga posible una cultura
demográfica sostenible. – Prevención y reducción de la contaminación ambiental.apresurada
de una tecnología, cuando aún no se ha investigado suficientemente sus posibles
repercusiones, como ocurre con el uso de los transgénicos o de las
nanotecnologías.
6.
Reducción de la pobreza
Quizás sea en las diferencias en el consumo
donde las desigualdades aparecen con mayor claridad: por cada unidad de pescado
que se consume en un país pobre, en un país rico se consumen 7; para la carne
la proporción es 1 a 11; para la energía 1 a 17; para las líneas de teléfono 1
a 49; para el uso del papel 1 a 77; para automóviles 1 a 145. El 65% de la
población mundial nunca ha hecho una llamada telefónica… ¡y el 40% no tiene ni
siquiera acceso a la electricidad! Un dato del consumo que impresiona
particularmente, y que resume muy bien las desigualdades, es que un niño de un
país industrializado va a consumir en toda su vida lo que consumen 50 niños de
un país en desarrollo. ¿Y qué podemos decir de las diferencias en educación?
Mientras en países como el Reino Unido se estudia la forma de lograr que el 90%
de los jóvenes sigan estudiando más allá de los 17 años, al terminar el periodo
de escolarización obligatoria, millones de niños siguen sin acceder a la
alfabetización básica. Se niega el derecho a la educación a millones de niños
y, sobre todo, niñas, y se les condena a una vida sin perspectivas… sin que
siquiera tenga sentido reclamar la prohibición del trabajo infantil,
7.
Igualdad de género
Hablar de igualdad de sexos o, como es más
frecuentemente aceptado, de igualdad de género, es referirse a un objetivo
contra una realidad de discriminaciones y segregación social. «Una de las más
frecuentas y silenciosas formas de violación de los derechos humanos es la
violencia de género», señala el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD). «Éste es un problema universal, pero para comprender mejor
los patrones y sus causas, y por lo tanto eliminarlos, conviene partir del
conocimiento de las particularidades históricas y socioculturales de cada
contexto específico. Por consiguiente, es necesario considerar qué
responsabilidades y derechos ciudadanos se les reconocen a las mujeres en cada
sociedad, en comparación con los que les reconocen a los hombres, y las pautas
de relación que entre ellos se establecen» (http://
www.undp.org.ni/genero.php). La enumeración de discriminaciones que hace el
PNUD es interminable: «la pobreza afecta en mayor medida a las mujeres», lo que
se relaciona con «su desigualdad en cuanto al acceso a la educación, a los
recursos productivos y al control de bienes, así como, en ocasiones, a la
desigualdad de derechos en el seno de la familia y de la sociedad». Esa
discriminación va más allá de las leyes: «Allí donde los derechos de las
mujeres están reconocidos, la pobreza (con el analfabetismo que conlleva) a
menudo les impide conocer sus derechos». Por otra parte, en los países
industrializados, pese haber logrado, no hace mucho, la igualdad legal de
derechos «se sigue concediendo empleos con mayor frecuencia y facilidad a los
hombres, el salario es desigual y los papeles en función del sexo son aún
discriminatorios».
8.
Contaminación sin fronteras
El
problema de la contaminación es uno de los primeros que nos suele venir a la
mente cuando pensamos en la situación del mundo, puesto que la contaminación
ambiental hoy no conoce fronteras y afecta a todo el planeta. Eso lo expresó
muy claramente el ex presidente de la República Checa, Vaclav Havel, hablando
de Chernobyl: «una radioactividad que ignora fronteras nacionales nos recuerda
que vivimos
9.
Consumo responsable
Particular incidencia tiene en este elevado
consumo y sus consecuencias ambientales el modelo alimentario que se ha
generalizado en los países desarrollados (Bovet et al., 2008). Un modelo
caracterizado, entre otros, por: • una agricultura intensiva que utiliza
grandes cantidades de abonos y pesticidas y recurre al transporte por avión de
productos fuera de estación, con la consiguiente contaminación y degradación
del suelo cultivable; DOCUMENTOS DE TRABAJO | N. o 01 Década de
la educación para la sostenibilidad. Temas de Acción Clave 60 consumo responsable
• la inversión de la relación vegetal/animal en las fuentes de proteínas, con
fuerte caída del consumo de cereales y leguminosas y correspondiente aumento
del consumo de carnes, productos lácteos, grasas y azúcares. Se trata de una
opción de muy baja eficiencia porque, como ha señalado Jeremy Rifkin, hay que
producir 900 kilos de comida para obtener 1 kilo de carne (¡), a lo que hay que
añadir que se necesitan 16 000 litros de agua. En definitiva, el consumo de
energía es muy elevado, de modo la industria de la carne es responsable de más
emisiones de CO2 que la totalidad del transporte. • la refinación de numerosos
productos (azúcares, aceites…), con la consiguiente pérdida de componentes
esenciales como vitaminas, fibras, minerales, con graves consecuencias para la
salud.
10.
Turismo sostenible
Cabe pensar, sin embargo, en un turismo
sostenible, respetuoso del medio. La página web http://
www.tecnociencia.es/especiales/turismo_sostenible/1.htm proporciona una amplia
información al respecto, incluida la definición misma de turismo sostenible
realizada por la Organización Mundial de Turismo (OMT): «El turismo sostenible
atiende a las necesidades de los turistas actuales y de las regiones receptoras
y al mismo tiempo protege y fomenta las oportunidades para el futuro. Se
concibe como una vía hacia la gestión de todos los recursos de forma que puedan
satisfacerse las necesidades económicas, sociales y estéticas, respetando al
mismo tiempo la integridad cultural, los procesos ecológicos esenciales, la diversidad
biológica y los sistemas que sostienen la vida»..
11.
Derechos humanos y sostenibilidad
El logro de la sostenibilidad aparece hoy
indisolublemente asociado a la necesidad de universalización y ampliación de
los derechos humanos. Sin embargo, esta vinculación tan directa entre
superación de los problemas que amenazan la supervivencia de la vida en el
planeta y la universalización de los derechos humanos suele producir extrañeza
y dista mucho de ser aceptado con facilidad. Conviene, por ello, detenerse
mínimamente en lo que se entiende hoy por Derechos Humanos, un concepto que ha
ido ampliándose hasta contemplar tres “generaciones” de derechos (Vercher,
1998) que constituyen, como ha sido señalado, requisitos básicos de un
desarrollo sostenible, de una cultura de la sostenibilidad que permita hacer
frente a la actual situación de emergencia planetaria.
11 . El tratamiento de la diversidad cultural
puede concebirse, en principio, como
continuación de lo visto en el apartado dedicado a la biodiversidad, en cuanto
extiende la preocupación por la pérdida de biodiversidad al ámbito cultural. La
pregunta que se hace Maaluf (1999) expresa muy claramente esta vinculación:
«¿Por qué habríamos de preocuparnos menos por la diversidad de culturas humanas
que por la diversidad de especies animales o vegetales? Ese deseo nuestro, tan
legítimo, de conservar el entorno natural, ¿no deberíamos extenderlo también al
entorno humano?». Pero decimos en principio, porque es preciso desconfiar del
“biologismo”, es decir, de los intentos de extender a los procesos
socioculturales las leyes de los procesos biológicos. Son intentos
frecuentemente simplistas y absolutamente inaceptables, como muestran, por
ejemplo, las referencias a la selección natural para interpretar y justificar
el éxito o fracaso de las personas en la vida socialTorre de Babel”, que
atribuye la pluralidad de lenguas a un castigo divino.
13.
Cambio climático: una innegable y preocupante realidad
La
alerta ante la influencia de las acciones humanas en la evolución del clima
comienza a cobrar fuerza a finales de los años sesenta con el establecimiento
del Programa Mundial de Investigación Atmosférica, si bien las primeras
decisiones políticas en torno a dicho problema se adoptan en 1972, en la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano (CNUMAH). En
dicha Conferencia, se propusieron actuaciones para mejorar la comprensión de
las causas que estuvieran pudiendo provocar un posible cambio climático. Ello
dio lugar en 1979 a la convocatoria de la Primera Conferencia Mundial sobre el
Clima.
14.
Biodiversidad
Es preciso reflexionar acerca de la importancia de la biodiversidad y de los
peligros a que está sometida en la actualidad a causa del actual crecimiento
insostenible, guiado por intereses particulares a corto plazo y sus
consecuencias: una contaminación sin fronteras, el cambio climático, la
degradación ambiental..., que dibujan una situación de emergencia planetaria.
Para algunos, la creciente preocupación por la pérdida de biodiversidad es
exagerada y aducen que las extinciones constituyen un hecho regular en la
historia de la vida: se sabe que han existido miles de millones de especies
desde los primeros seres pluricelulares y que el 99% de ellas ha desaparecido.
15.
Urbanización y sostenibilidad
ciudadano se ha convertido casi en sinónimo
de ser humano… hablamos de civismo, de educar en la ciudadanía, de derechos y
deberes de los ciudadanos… la ciudadanía y, por tanto, la ciudad, aparecen como
una conquista clave de los seres humanos. Y en ese sentido, tan ciudadanos son
los habitantes de una gran ciudad como los de una pequeña población rural. Pero
sabemos que la atracción de las ciudades, del mundo urbano, sobre el mundo
rural tiene razones poderosas y en buena parte positivas. Como afirma Folch,
«las poblaciones demasiado pequeñas no tienen la masa crítica necesaria para
los servicios deseables».
En el Tema de Acción Clave dedicado a la
contaminación sin fronteras nos referíamos a las consecuencias catastróficas de
algunos “accidentes”, como el que supuso la explosión del reactor nuclear de
Chernobyl, auténtico desastre ambiental y humano. Y señalábamos que, a menudo,
no se trata de hechos accidentales, sino de auténticas catástrofes anunciadas.
Intentaremos fundamentar aquí esta tesis y mostrar su validez general en todo
tipo de desastres, incluidos los considerados “naturales”. Sólo esta comprensión
nos permitirá hacer frente a los mismos y adoptar medidas efectivas para su
reducción.
REFERENCIAS:
http://oei.es/DOCUMENTO1caeu.pdf